Pues les voy a presumir

Resulta que tengo bastante éxito con mujeres mayores. Sí, mujeres muy mayores. Explico: En los últimos años he tenido el ¿privilegio? de recibir elogios y piropos de personas del sexo femenino cuyo kilometraje es mayor al de mis 24 primaveras, lo cual se siente bien y extraño, o bien extraño.

Caso number one:

La mejor amiga de mi mamá, ya entrada en sus cincuenta, con cierta frecuencia afirma: "¡Qué guapo tu hijo!". Ok, son amigochas, se entiende.


Caso number two:

Cuando realizaba mi servicio social en el IMER, un día iba subiendo las escaleras y como algunos saben los baños se ubican en los descansos de éstas. Pues bien, una señora de edad incalculable en ese momento realizaba labores de limpieza en el baño de hombres. Apenas un minuto antes un compañero de Reactor había pasado por ese lugar y esta mujer, al verme pasar, exclamó un muy sincero "¿Es desfile de guapos?"

Brrrr. Escalofrío.


Caso number three (y no tree):

Una linda tarde de no sé qué estación del año era esperaba a Tania Teresita frente al Palacio de Bellas Artes. De reojo vi a una viejecita (¿eso es más respetuoso que viejita?) de aspecto rústico quedárseme viendo. Por supuesto, fingí demencia. En eso me agarra la pierna y me dice con voz tétrica: "Ten cuidado. Puedes tener un accidente. Gwegñwbgñww. Por aquí es peligroso. Twqbtlqbtqtqfw. Sobre todo en la noche. Dqñbgtqñbtgq. Tqibñqbrq bñiqbrñba bgñiqbgñqg."

Yo sólo atiné a decirle gracias. El muchacho que estaba junto a mí no pudo contener la risa. Después razoné: ¡Condenada viejecita, en los 3 minutos que me estuvo diciendo el futuro no me soltó la pierna! Salió ganona.


Caso number four:

Un día fui a recoger mis abuelos después de una comida de personas de la tercera edad. Mientras que esperaba que juntaran todas sus chunches, me acerqué a saludar a una tierna viejecita (o cabecita blanca como dirían en la Facultad) quien se portó muy amable. En eso me pregunta: "¿Tú eres el doctor?" Yo: "No, ese es mi hermano." "¡Ah, estás muy guapo!" Ooook.


Caso number five:

Platicaba con una amiga con quien fui a una boda, la boda de sus papás (sí, se casaron después de más de 20 años de vivir juntos) Mi amiga tiene 22 o algo así. En esa ocasión, yo señor don acomedido fui a casa de la novia y me llevé en el carro a ésta, su hermana, su sobrina y su mamá. Oséase, la abuela de mi amiga. Ah y lo más importante, la comida.

Resulta que meses después mi amiga me contó que la abuela creyó que yo era su novio. Cuando esta chava le dijo quién era su interés amoroso en realidad, la doña se decepcionó y dijo que yo era más guapo y caballeroso y atento.


Caso number six:

Retomamos a la viejecita del caso number four. Semanas después mi papá me contó que esta mujer me quiere para su retoño (¿o retoña?) (¿o reantonia?). Yo: "¿Y cuántos años tiene la hija?" Papá: "Como 34, pero gana bien. Y ya le gustaste." Ok, en la cabeza de no sé quién lo del dinero tendría que haberme hecho considerarlo.



ACLARO que yo no juego en esa liga, sólo me ha parecido curioso y algo mmm bizarro. Quiero pensar que les resulto atractivo a las mujeres mayores en la onda "si tuviera una hija-nieta-sobrina-conocida me gustaría este muchacho para ella", aunque la señora Nostradamus y la del baño me hacen dudar.

Entre que son peras o manzanas (puag, manzana), los dejo con la imagen de Adelfa Volpes, ancianita de 82 años que se casó con un argentino de 24 en medio de la polémica mundial sólo para fallecer 2 meses después. Como diría mi amigo Héctor, "tanto pedo pa´ cagar aguado".